23 de septiembre 2022
Samantha Sánchez Miralles
Doctora en ciencias, mención Derecho (UCV 2010)
LL.M. (University of Michigan, 1994)
La Organización Mundial del Comercio (OMC) sostiene que el comercio, en general, y el sistema multilateral del comercio, en particular, pueden tener un papel relevante en las metas de desarrollo sostenible, a nivel macro, a través del crecimiento de la economía global y nacional; y a nivel micro, a través de las empresas participando en la sostenibilidad de los mercados internacionales.
Ya se sabe que el comercio internacional puede aportar creación de empleos de calidad e incrementar la productividad, ayudando así a combatir la pobreza y la desigualdad. Veamos ahora, de qué forma más concreta, los gobiernos y las empresas son los actores fundamentales en este escenario.
I. Conceptos básicos
Las Naciones Unidas (UN) define desarrollo sostenible como el desarrollo capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades.[1] Continúa explicando que para alcanzar el desarrollo sostenible es necesario armonizar tres elementos básicos: el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente.
Desarrollo sostenible implica pues, para los países en desarrollo, la reducción de la pobreza, la promoción de la salud y la educación y la protección del medioambiente.
En 2015 todos los Estados Miembros de la UN aprobaron diecisiete (17) objetivos para alcanzar el desarrollo sostenible como parte de la Agenda 2030[2]. Estos objetivos son:
Se trata de metas muy ambiciosas, pero en los que todos estamos de acuerdo en su importancia para lograr ese anhelado desarrollo sustentable. Más adelante delinearemos cómo varios de estos objetivos pueden ser impulsados por el comercio internacional.
II. Nivel macro. La actuación de los gobiernos
Como hemos señalado supra, el comercio internacional es un arma poderosa en la consecución del desarrollo sostenible y es obvio que el comercio podría facilitar el acceso a nuevas tecnologías, promover la capacitación para alcanzar estándares internacionales de calidad, así como la inversión en infraestructura, transporte y logística.
Este aporte se concreta en la medida que el comercio internacional se incorpore en las estrategias de desarrollo y se integre a las políticas internas de los gobiernos, especialmente en las políticas sectoriales.
Algunos aspectos cruciales que se proponen para esto son que los gobiernos se centren en la diversificación de las exportaciones y conseguir más valor agregado. Asimismo, los gobiernos deben promover y contribuir a que las pequeñas y medianas empresas participen en el comercio internacional.
III. Nivel micro. Las empresas
El desarrollo sostenible a nivel micro implica dificultades adicionales, porque la sostenibilidad en el comercio internacional comprende iniciativas, prácticas e instrumentos que ponen su acento en los impactos que se generan, o se pueden generar en las etapas de producción, comercialización y consumo de bienes y servicios.
Por lo anterior, en este nivel hay un mayor enfoque en las actividades de las empresas, en especial en los productores. Aunque no debemos olvidar que parte de los aspectos involucrados en la sostenibilidad están regulados por las legislaciones de los países donde están instaladas las empresas que participan en el comercio internacional, otra parte se está generando a partir de demandas de la sociedad civil.
En el caso concreto de los países de América Latina, estas demandas provienen de manera importante de los consumidores que se encuentran en países desarrollados, donde se venden sus productos. También hay una vertiente que se deriva de empresas transnacionales que incorporan a su vez bienes y servicios procedentes de América Latina.
Algo a destacar es que la preocupación central sobre los impactos del comercio internacional en la sostenibilidad en el caso latinoamericano ha estado más enfocada en los temas laborales. De allí que los avances en la legislación laboral sean claves para esta área.
IV. Interconexión entre gobierno y empresas
Es evidente que los gobiernos y las empresas deben trabajar como aliadas para la consecución del desarrollo sostenible, no se trata de dos mundos separados, sino de ámbitos que convergen y quizá donde más evidente sea esa convergencia sea el área de la sostenibilidad que afecta lo social y lo laboral.
En este sentido, debemos referirnos a la incorporación en los acuerdos de libre comercio, que negocian los gobiernos, de cláusulas sociales comerciales concernientes a los temas laborales. Todos los estándares y esquemas que se orientan a aspectos sociales incorporan: reformas laborales[3], garantías procesales[4] y suspensión de beneficios arancelarios en caso de incumplimiento de estas reformas o reglas. Todo esto sin duda, impacta a las empresas de forma directa y la idea no es rebajar la regulación laboral para ser más competitivos, sino al contrario, elevar los estándares y uniformarlos.
V. Comercio internacional y los ODS
Distintos estudios de la OMC sostienen que el comercio puede impulsar la consecución de varios de los ODS de la siguiente manera:
VI. Conclusiones
El mundo se ha puesto de acuerdo sobre lo qué significa el desarrollo sostenible, no obstante, el cómo lograrlo no es sencillo, se trata de una tarea global.
Por su parte, el comercio internacional se nos perfila como una herramienta adecuada para impulsar esta sostenibilidad, aunque no existan, al menos de momento, mecanismos claros para cuantificar los impactos de la comercialización de bienes y servicios entre países, en distintos grupos sociales, así como los aportes del comercio a la sostenibilidad social a nivel de empresa.
La fragmentación de la producción, los distintos tipos de empresas involucradas y los diversos países donde éstas operan, hace más compleja la identificación de estos posibles daños y aportes. Sin embargo, lo que está muy claro es que la sostenibilidad aumenta la rentabilidad y que se ha vuelto un punto clave en las negociaciones comerciales internacionales.
[2] Ibídem.
[3] Reformas que implican la incorporación de requerimientos que van desde la existencia de un contrato o registro de las horas trabajadas, hasta indicadores relacionados con la calidad de empleo.
[4] En muchos casos vinculadas con la Organización Internacional del Trabajo (OIT)